Además de
imaginar, inventar, tener grandes ideas, la mayor parte de las veces escribir se parece al trabajo de un orfebre que cincela cada
palabra, cada frase, casa ruido. Hoy vamos a tratar de describir ambientes
sonoros: las campanas de una iglesia, el ruido de tráfico en la calle, ruidos
de animales... para ello usamos palabras como: tilin-tilan, pi-pi, brum-brum, miau,
guau, kikiriqui... este tipo de palabras que tratan de imitar los sonidos de la
naturaleza, los animales, las personas o las cosas se llaman onomatopeyas. Vamos
a fijarnos en un excelente ejemplo de Antonio Machado:
En mi estancia, iluminada
por
esta luz invernal,
—la tarde gris tamizada por la lluvia y el cristal—,
sueño y medito.
—la tarde gris tamizada por la lluvia y el cristal—,
sueño y medito.
Clarea
el reloj arrinconado,
y su
tic-tic, olvidado
por repetido, golpea.
Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído.
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.
Tic-tic, tic-tic, el latido
de un corazón de metal.
por repetido, golpea.
Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído.
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.
Tic-tic, tic-tic, el latido
de un corazón de metal.
Os propongo
ahora describáis CÓMO ES UN RECREO EN NUESTRO COLEGIO, para ello deberéis utilizar el mayor número de onomatopeyas posibles.